REDACCIÓN - 10 Jun 2025

🪄🎩El mago que cura con sonrisas: Tony, el ilusionista que lleva esperanza donde duele.

En este mundo donde las malas noticias se multiplican en silencio, hay personas que entienden la solidaridad no desde la lástima, sino como una forma de presencia. Ser solidario —como lo sostiene el mago Tony— es acompañar, es involucrarse, es usar lo que uno sabe hacer para aliviar el dolor del otro. Es compartir talento, tiempo y ternura sin esperar nada a cambio. Es transformar una sonrisa en medicina. Un aplauso en autoestima. Un truco en posibilidad.


Y eso es exactamente lo que Tony, el mago solidario, ha hecho durante más de una década: recorrer el mundo con una maleta llena de ilusiones para llevar “magia” a quienes más la necesitan.


Para Tony, la magia no es un truco ni un engaño. No es algo que se escapa a la lógica o que depende de efectos especiales. La magia, para él, es una experiencia emocional profunda.


En sus propias palabras:

“Para mí, la magia son las emociones que siente el público cuando presento mis efectos. El arte, en general, sirve para eso: para despertar emociones. Y la magia es una de las artes que más directamente se enfoca en eso, en el manejo y la expresión de lo emocional.”


Tony no ve la magia como un acto de prestidigitación técnica, sino como una herramienta de conexión emocional. Cuando un niño cree que puede hacer un truco, cuando sonríe por primera vez en años, cuando se siente parte de algo… eso es magia. La magia es transformación emocional, es autoestima y es vínculo humano.

Y esa visión es la que atraviesa toda su obra: cada show, cada taller, cada risa provocada no busca impresionar, sino sanar, despertar y acompañar.


Niños huérfanos, personas en situación de calle, pacientes con cáncer, adultos mayores abandonados, comunidades rurales olvidadas… más de 50 mil personas han sido tocadas por su arte, en más de 30 países, en seis continentes, a través de la fundación que él mismo creó: Magic Brothers World.



La chispa que encendió la magia


“Yo no quería ser mago”, confiesa con una sonrisa serena. “De niño me gustaba hacer juegos, bromas, cosas que hacían reír a los demás. No sabía que eso era magia. Lo entendí más tarde, cuando alguien me dijo: ‘Tú eres mago’. Y decidí creerle.”

Tony estudió primero educación física y después física teórica. Alcanzó una maestría, dio clases en la Universidad San José de California y planeaba un doctorado. “Me interesaba entender el truco de la realidad. Estudié física para crear efectos mágicos desde la ciencia. Pero algo me jalaba a otra cosa… algo más profundo.”



El llamado


Fue precisamente en uno de esos primeros intentos de llevar magia a quienes más la necesitaban, cuando ocurrió algo que marcaría el rumbo definitivo de su vocación.

El primer show solidario que Tony realizó fue en el norte de Perú, en una casa hogar ubicada en la ciudad de Trujillo. Él había llegado con la intención de hacer una presentación como parte de sus primeras actividades altruistas, sin tener del todo claro lo que esa experiencia le dejaría.

Durante el espectáculo, algunos niños y niñas pasaron al frente para participar en los juegos de magia. Todo transcurrió como cualquier otro show: risas, asombro, interacción.

Pero al finalizar, la psicóloga del lugar se le acercó con una observación que cambiaría para siempre su forma de ver al mundo.

“Uno de los niños que pasó al escenario y que se estaba riendo, que estaba feliz haciendo la magia conmigo —me dijo— llevaba tres años viviendo en la casa hogar… y en tres años, no había sonreído ni una sola vez.”

Tony quedó conmovido. Lo que para él había sido una función más, para ese niño había sido una apertura emocional. La psicóloga lo miró con firmeza y le dijo:

“Sigue haciendo eso lo más que puedas… eso es magia verdadera.”



A partir de ese momento, Tony comprendió que sus shows no solo podían entretener: podían sanar. Y esa experiencia fue determinante para que decidiera continuar, cada vez con más entrega, con los shows solidarios como parte central de su vida y misión.

En 2015, Tony fundó Magic Brothers World, una organización sin fines de lucro que tiene un propósito claro: llevar magia y desarrollo emocional a comunidades vulnerables a través de espectáculos solidarios. El proyecto creció rápido. En cuatro años, ya había alcanzado los seis continentes.



Magia que transforma


Lo que hace Tony va mucho más allá del entretenimiento. Cada show es, en realidad, un taller disfrazado. Un espacio seguro donde los niños aprenden a confiar en sí mismos, a trabajar en equipo y a descubrir que pueden transformar su mundo.

“Hay un truco que me gusta mucho”, relata. “Le doy a un niño una cuerda y le pido que intente hacer un nudo mágico. Al principio, no lo logra. Le digo: ‘es porque no crees en la magia, no crees en ti’. Luego le doy un poco de ‘polvo mágico’ y vuelve a intentarlo… y esta vez sí lo logra. El truco es simple, pero el efecto emocional es enorme: el niño cree. Se siente capaz.”



Una red de ilusión y solidaridad


Magic Brothers World opera con voluntarios. Payasos, músicos, bailarines, pintacaritas y, por supuesto, magos. Hay solo tres requisitos para unirse: tener buenas intenciones, no tener conflicto de intereses (ni fines políticos, religiosos o comerciales), y participar en al menos un show solidario.

La red ya cuenta con más de 100 voluntarios activos en más de 30 países. “El arte tiene el poder de conectar a las personas, sin importar el idioma, la religión o la cultura. Por eso lo usamos como herramienta de transformación”, explica Tony.

Durante la pandemia, cuando los viajes se detuvieron, Tony no frenó. Retomó estudios y se formó en nutrición y biofísica. Hoy, vive entre Puerto Vallarta y Guadalajara, en el municipio de Talpa de Allende, donde combina su labor mágica con un consultorio de salud integral.



Magia con propósito


El objetivo de la fundación ha evolucionado. Ya no se trata solo de hacer shows. Ahora, Tony busca desarrollar herramientas educativas y emocionales basadas en el arte. Sueña con conectar más voluntarios, crear materiales didácticos y consolidar sus alianzas con otras organizaciones similares, como Magos Sin Fronteras en Colombia o Magia con Corazón en Ecuador.


“Mi propósito es que más niños vivan en armonía consigo mismos y con los demás, conectados con sus emociones, sus sueños y su poder para transformar su entorno”, dice.

Y aunque el futuro es incierto, Tony sigue apostando por lo que ha funcionado desde el inicio: una sonrisa, una historia, un pequeño truco capaz de cambiarlo todo.


Tony no pide caridad. Pide participación. Pide que, si conoces un hogar, un hospital, un albergue donde la esperanza escasea, le envíes un mensaje. Que si sabes de una comunidad que necesita un respiro, un poco de luz, le abras la puerta.


“La verdadera magia no es la que hace aparecer una carta. Es la que hace aparecer una sonrisa donde antes no había nada.” – Tony, el mago solidario.



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