Sheinbaum atribuyó este logro al modelo impulsado desde la Cuarta Transformación, al uso de herramientas como el aumento del salario mínimo, la implementación de programas de bienestar y la ampliación del acceso a derechos básicos. Afirmó:
“Esta reducción de la pobreza es una hazaña de la Cuarta Transformación… demuestra que el modelo funciona porque redujo la pobreza y además la desigualdad, es decir, hay mayor distribución de la riqueza”.
Subrayó que este éxito no es casualidad, sino reflejo de un proyecto humanista basado en la premisa: “Por el bien de todos, primero los pobres.”
Pese a los avances, la presidenta reconoció que casi el 30 % de la población sigue en situación de pobreza y que aún queda terreno por recorrer.
La afirmación de Sheinbaum coincide con las cifras del INEGI y ratifica que México ha tenido una de las mayores reducciones porcentuales en pobreza multidimensional en décadas. Este desarrollo renueva el debate sobre la efectividad de los programas sociales como vía para reducir desigualdad, y plantea el reto de mantener estos logros sin depender exclusivamente del factor salarial.
Sin embargo, diversas organizaciones advierten que algunos indicadores—como la carencia en salud o la pobreza extrema persistente—revelan debilidades estructurales que no se resuelven únicamente con incrementos al ingreso.