Las acciones de Grupo México sufrieron una caída estrepitosa este lunes en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), luego de que el conglomerado encabezado por Germán Larrea presentó una oferta para adquirir el 100 % de Banamex, la división de banca minorista de Citigroup. En las primeras horas de la jornada, los títulos llegaron a perder más del 19 % de su valor, una de las bajas más pronunciadas en la historia reciente de la compañía.
El desplome bursátil refleja la preocupación de los inversionistas ante la magnitud y los riesgos de la operación. Aunque Grupo México ha diversificado en sectores como transporte, infraestructura y energía, su identidad sigue asociada principalmente a la minería. La posibilidad de incorporar un banco de gran tamaño —con más de 1,200 sucursales y una compleja estructura regulatoria— generó dudas sobre la capacidad del grupo para integrar y administrar con eficiencia un negocio financiero de esa escala.
De acuerdo con fuentes financieras, la oferta presentada por Larrea propone pagar un múltiplo de 0.85 veces el valor en libros por el primer 25 % de la institución y 0.80 veces por el 75 % restante, en un esquema que busca hacer atractiva la venta para Citigroup. Sin embargo, el gigante estadounidense aún no ha confirmado haber recibido formalmente la propuesta, y mantiene su compromiso de vender la totalidad de Banamex de manera ordenada y en apego a los marcos regulatorios.
La incertidumbre también tiene un componente político. La “mexicanización” de Banamex ha sido un discurso recurrente del gobierno federal, que desde el inicio del proceso de venta insistió en que el banco debía regresar a manos nacionales. El interés de Grupo México llega en un contexto en el que el propio Larrea ha tenido roces con el gobierno, particularmente tras la expropiación temporal de una sección ferroviaria de su propiedad el año pasado.
Analistas consultados por El Universal señalaron que la operación, de concretarse, podría superar los 8 mil millones de dólares y requeriría la aprobación de autoridades financieras y de competencia económica, además de un proceso exhaustivo de auditoría. “No se trata solo de tener el dinero, sino de demostrar capacidad técnica, solvencia y cumplimiento regulatorio. La banca no es un negocio que se gestione con el mismo modelo que la minería”, advirtió un especialista bursátil.
La caída de las acciones de Grupo México arrastró también al índice S&P/BMV IPC, que retrocedió cerca de 2.5 %, afectado por la reacción negativa de los inversionistas. Algunos fondos redujeron posiciones ante el temor de que el proyecto comprometa el balance financiero del grupo.
En los pasillos del mercado, el mensaje fue claro: la ambición de Larrea reactivó viejos temores sobre la concentración del poder económico en México y sobre la viabilidad de que un grupo minero controle uno de los bancos más antiguos y emblemáticos del país.
Por ahora, Citigroup no ha emitido un pronunciamiento definitivo. Si la oferta prospera, podría modificar radicalmente el mapa financiero mexicano, marcando el regreso de Banamex a manos nacionales dos décadas después de su venta. Pero si fracasa, quedará como un episodio más en la larga y turbulenta historia de la privatización bancaria mexicana.