Treinta alcaldes de ciudades californianas, encabezados por Karen Bass de Los Ángeles, han alzado la voz contra las redadas migratorias ordenadas por el presidente Donald Trump. Exigen el retiro inmediato de la Guardia Nacional y de los marines desplegados en el estado, argumentando que estas acciones están sembrando miedo y desestabilizando comunidades enteras.
Las redadas, iniciadas el 6 de junio, han dejado más de 100 detenidos en operativos realizados en fábricas, comercios y espacios públicos. En respuesta, miles de personas han salido a las calles en ciudades como Los Ángeles, San Francisco, Chicago y Nueva York. Las protestas, en su mayoría pacíficas, han derivado en enfrentamientos con la policía, uso de gases lacrimógenos y más de 300 arrestos.
El gobernador Gavin Newsom calificó el despliegue militar como un “abuso flagrante de poder” y anunció acciones legales para frenar la intervención federal. Mientras tanto, la alcaldesa Bass impuso un toque de queda en el centro de Los Ángeles, medida que no ha impedido que continúen las manifestaciones.
Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum condenó las redadas y confirmó que al menos 61 mexicanos han sido detenidos. Organizaciones defensoras de migrantes denuncian una estrategia de intimidación y militarización que vulnera derechos humanos y criminaliza la migración.
La situación sigue escalando, con nuevas protestas convocadas para el fin de semana, justo cuando Trump planea encabezar un desfile militar en Washington por el aniversario del Ejército. La pregunta que flota en el aire: ¿hasta dónde llegará esta confrontación entre el gobierno federal y las ciudades santuario?