Trump volvió a colocar sobre la mesa la idea de acciones directas contra cárteles mexicanos, una propuesta que ya había circulado entre legisladores republicanos durante su mandato anterior. Ahora, como presidente reelecto, afirmó que su equipo de seguridad está analizando operaciones militares específicas, similares a las que Estados Unidos ha realizado históricamente en Colombia contra laboratorios y estructuras de producción de droga.
Frente a la pregunta expresa sobre intervenir en México, Trump aseguró que su administración no descarta ningún escenario:
“Haré lo que sea necesario para frenar el flujo de drogas. Evaluaremos todas las opciones, incluidas operaciones más contundentes fuera de Estados Unidos”.
Aunque no mencionó una estrategia detallada, sí dejó claro que la Casa Blanca está estudiando acciones que van más allá de la cooperación tradicional. Reuters ya había informado semanas atrás que Trump pidió revisar escenarios operativos contra cárteles tanto en México como en Colombia, incluidos ataques quirúrgicos contra infraestructura criminal.
La declaración revive un conflicto que ya se había desatado en noviembre, cuando Trump insinuó por primera vez el uso de tropas estadounidenses en operativos contra cárteles. En aquel momento, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió con contundencia:
“México no acepta ningún tipo de intervención militar extranjera”.
Sheinbaum reafirmó que la cooperación bilateral debe basarse en respeto a la soberanía y trabajo conjunto, no en incursiones armadas de Estados Unidos en territorio mexicano.
La postura de Trump se interpreta en Washington como una mezcla de mensaje político hacia su base electoral —que exige mano dura contra el fentanilo— y una estrategia de presión hacia México para reforzar su cooperación en seguridad.
Pero en México, el anuncio despierta alertas diplomáticas y de seguridad, pues una operación militar estadounidense violaría directamente la soberanía nacional y podría escalar tensiones regionales.
Aunque Trump reconoció que aún no existe un plan formal ni fechas definidas, sus declaraciones representan un cambio de tono respecto a administraciones anteriores: por primera vez en años, un presidente estadounidense habla abiertamente de operaciones militares dentro de México como opción real.
Especialistas en seguridad consultados por medios internacionales señalan que este discurso puede generar presión sobre el gobierno mexicano, incluso sin que llegue a ejecutarse ninguna operación.