Gabinete del Papa, clave en su convalecencia; ellos son sus ‘manos derecha e izquierda’
El Sumo Pontífice, que reapareció ayer en la Plaza de San Pedro para la misa del Jubileo, compartió su sentimiento de necesitar el apoyo de otras personas por su enfermedad.
El papa Francisco continúa con su recuperación tras padecer complicaciones respiratorias y se espera que, al igual que durante las cinco semanas de su hospitalización, delegue algunas de sus actividades y responsabilidades a otros miembros del Vaticano.
Ayer, el Pontífice reapareció al mediodía en la Plaza de San Pedro, dos semanas después de recibir el alta del Hospital Gemelli de Roma.
“Buen domingo, gracias por todo”, se limitó a decir el Pontífice a los fieles que se encontraban en la plaza durante la Misa Jubilar dedicada a los enfermos.
La homilía fue leída por el arzobispo Rino Fisichella debido a las dificultades de locucion del Papa.
En un mensaje escrito difundido por la Santa Sede poco después del mediodía, Francisco dijo que “la enfermedad es una de las pruebas más difíciles y duras de la vida”, pero tambien “una escuela” de la que se aprende.
Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, ha afirmado que el Pontífice nunca ha dejado de gobernar la Iglesia Católica, pero admite que quizás no pueda trabajar como antes, por lo que “habrá que encontrar maneras”.
El segundo hombre con mayor jerarquía en el Vaticano dijo, en una entrevista al periódico italiana Corriere della Sera que, a pesar de que Francisco disminuyó su ritmo de trabajo, “el gobierno de la Iglesia está en sus manos” y que “incluso en los días más difíciles” de su enfermedad “tomó decisiones” que sólo a él le correspondían.
Sin embargo, hay muchos asuntos rutinarios sobre los que los colaboradores de la Curia pueden proceder sin consultarle, basándose en indicaciones previas y la normativa vigente, algo que sucede también en periodos normales.
No se sabe qué tanto el Papa participará en las celebraciones de Semana Santa y en las fiestas de Pascua. Además, su enfermedad coincide con el “Año Santo” del Jubileo, celebración del cristianismo que ocurre una vez cada cuarto de siglo.
En el Vaticano existe un poder que, los Dicasterios, que trabajan en nombre del Papa, pueden ejercer tomando decisiones siguiendo las directrices trazadas por Francisco.
Además de Parolin, el argentino Jorge Mario Bergoglio se ha apoyado en sus tres secretarios personales que viven en el mismo piso en su residencia en Santa Marta: el italiano Fabio Salerno, con él desde 2020, y sus compatriotas Juan Villalón y Daniel Pellizzon, quienes lo han acompañado en los últimos dos años.
Bergoglio se rodea de cardenales de su máxima confianza, como el secretario general del Sínodo, Mario Grech; el prefecto del Dicasterio para los Obispos, Robert Francis Prevost; y el prefecto de la Doctrina de la Fe, el argentino Víctor Manuel Fernández.
También podría adquirir mayor peso el Consejo de Cardenales, conocido como C9. Sin embargo, actualmente sólo seis de sus miembros siguen en funciones (Parolin, Ambongo, Omella, Lacroix, Hollerich y Da Rocha).
“En este momento de mi vida comparto mucho con ustedes la experiencia de la enfermedad, de sentirnos débiles, de depender de los demás para muchas cosas, de tener necesidad de apoyo”, escribió ayer el papa Francisco.
El cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, aseguró al periódico italiano La Repubblica que el Santo Padre “está bien de su cerebro” y “lúcido” y conserva “su gran memoria”. Sin embargo, necesitará tiempo para que su voz vuelva a la normalidad.
El regreso del Papa a las actividades “dependerá también de cómo se sienta el Santo Padre en esos días”. Ahora lo importante para Francisco, dice, “es que pueda descansar y recuperarse” durante los dos meses de convalecencia indicados por los médicos.
La convalecencia del Papa ha abierto una nueva etapa en su pontificado y supone un desafío para su imagen pública, que en algunos aspectos evoca la agonía de Juan Pablo II.
Su imagen de sufrimiento recuerda los terribles últimos meses de Juan Pablo II, mudo por una traqueotomía y que murió el 2 de abril de 2005 tras una larga agonía.
El Vaticano busca un equilibrio entre mostrar a un Pontífice frágil o dejar que su ausencia provoque rumores, sobre todo entre sus adversarios.