Estação, Brasil.— El miedo volvió a sacudir a Brasil este martes cuando un adolescente de 16 años ingresó armado con un cuchillo a una escuela primaria en el municipio de Estação, en el estado de Río Grande do Sul, y desató un ataque que dejó como saldo la muerte de un niño de nueve años y dos personas heridas: una niña y una profesora. El agresor, conocido por parte del personal escolar, fue detenido minutos después por la policía local.
Según reportes de las autoridades, el joven se presentó en el colegio haciéndose pasar por alguien que entregaba un currículum. Esa artimaña le permitió entrar sin resistencia, hasta que de pronto sacó el arma y comenzó a atacar a quienes encontró a su paso. El niño fallecido sufrió heridas graves en el tórax y murió poco después, mientras que la niña y la maestra heridas fueron trasladadas a hospitales cercanos, donde permanecen fuera de peligro.
El crimen ha generado profunda conmoción en la comunidad y revive la preocupación por el aumento de ataques violentos en escuelas brasileñas. En los últimos años, el país ha registrado episodios trágicos similares, como la matanza en una guardería en Blumenau, Santa Catarina, en 2023, y el ataque en Saudades en 2021, ambos con saldo mortal entre niños pequeños.
El gobernador de Río Grande do Sul, Eduardo Leite, lamentó el hecho y prometió reforzar los protocolos de seguridad escolar, subrayando que la violencia dentro de las instituciones educativas se ha convertido en una prioridad urgente para las autoridades. Las clases en Estação fueron suspendidas de manera indefinida mientras se desarrollan las investigaciones.
La identidad del agresor no ha sido revelada oficialmente por tratarse de un menor de edad, aunque se sabe que estaba en tratamiento psicológico y no contaba con antecedentes penales. Las autoridades analizan si el joven actuó motivado por problemas personales, psicológicos o influencias externas.
Brasil enfrenta una realidad inquietante: los ataques a centros educativos se han multiplicado, obligando al gobierno a considerar medidas más estrictas para proteger a estudiantes y docentes. Mientras tanto, la pequeña ciudad de Estação intenta asimilar el horror vivido, enlutada por la pérdida de una vida tan joven.