Los precios internacionales del crudo se desplomaron este lunes luego de que Irán lanzara un ataque directo contra bases militares estadounidenses, en respuesta a una serie de ofensivas aéreas previas. La reacción de los mercados fue inmediata: el barril de West Texas Intermediate (WTI), referencia en Estados Unidos, cayó 6.51%, mientras que el Brent, referente mundial, perdió 6.41% en las primeras horas de negociación.
La caída es una de las más pronunciadas del año y marca una fuerte corrección tras semanas de incertidumbre en el Golfo Pérsico. A diferencia de lo que suele esperarse en escenarios bélicos —cuando los precios tienden a subir por miedo a una interrupción del suministro—, el retroceso actual refleja un fenómeno más complejo: los mercados no anticipan una guerra total, pero sí una sacudida geopolítica que podría desacelerar la economía global y reducir el consumo energético.
El domingo por la noche, el expresidente Donald Trump, a través de la red Truth Social, reveló que Estados Unidos bombardeó tres sitios nucleares iraníes: Natanz, Isfahán y Fordow. En respuesta, Irán lanzó misiles contra al menos dos bases militares de EU en Medio Oriente, según reportes aún no confirmados por el Pentágono.
Las agresiones forman parte de una nueva espiral de tensión entre ambos países, que incluye ataques israelíes a infraestructura militar iraní y represalias de grupos aliados de Teherán. Aunque hasta el momento no hay reportes de víctimas estadounidenses, el riesgo de escalada mantiene en vilo a los inversionistas.
Aunque el sentido común indicaría que los precios del petróleo suben con el conflicto —dado que buena parte del crudo mundial pasa por el Estrecho de Ormuz—, en este caso la reacción ha sido a la baja, por tres factores principales:
Además del petróleo, los mercados bursátiles abrieron con pérdidas. El índice Dow Jones retrocedió cerca del 1.2%, mientras que el Nasdaq y el S&P 500 también mostraron caídas moderadas. El dólar se fortaleció frente a otras divisas emergentes, y el oro —refugio clásico en tiempos de crisis— subió casi un 2%.
Empresas energéticas como ExxonMobil y Chevron también vieron caídas en sus acciones, reflejando la incertidumbre sobre el panorama del sector.
Los escenarios varían dependiendo del nivel de escalada. Un conflicto directo entre Irán y Estados Unidos pondría en riesgo el 20% del suministro mundial que transita por el Golfo. Si el Estrecho de Ormuz fuera cerrado, el precio del Brent podría dispararse por encima de los 100 dólares por barril, según estimaciones de Bloomberg y la Agencia Internacional de Energía.
Por otro lado, si se mantiene una tensión “contenida”, los precios podrían estabilizarse en los próximos días, aunque la volatilidad seguirá siendo la norma. Todo dependerá de si Washington responde con más ataques, si Teherán contraataca nuevamente, o si se abre un canal de diálogo con mediación internacional.
En resumen, el petróleo cayó porque el miedo a una guerra no es mayor que el temor a una recesión. El mundo observa, los mercados tiemblan, y en el centro de todo vuelve a estar el oro negro… pero esta vez, teñido de incertidumbre.