Marlene Cabello - 23 Oct 2025

Ataque armado contra mecánico deja adolescente herido por bala perdida

La capital del estado atestigua otro episodio de violencia sin distinción. Durante la mañana, un taller mecánico se convirtió en escenario de disparos cuando un grupo armado abrió fuego contra el trabajador que laboraba en el establecimiento. Aunque el mecanismo del ataque sigue en investigación, se presume que el mecánico era el blanco directo. Sin embargo, en el cruce del fuego, una bala perdida alcanzó a un adolescente que se encontraba en el sitio, generando consternación entre responsables del negocio y vecinos del entorno.


La víctima menor, ingresada de urgencia a un hospital del sistema público estatal, presenta heridas que, aunque no fueron catalogadas como de inmediata gravedad, requieren atención prolongada. Las autoridades ya acudieron al lugar para recabar testimonios, huellas de casquillos y revisar grabaciones del circuito cerrado del taller y sus inmediaciones. Hasta el cierre de esta edición no se había informado de detenidos, lo que mantiene alerta a los cuerpos de seguridad estatales y municipales.


Este tipo de hechos refleja una tendencia creciente: la violencia armada —en muchos casos producto de ajustes entre organizaciones criminales o ataques dirigidos contra personas específicas— cobra víctimas indirectas entre la población civil. El hecho de que un adolescente, ajeno al conflicto, haya resultado afectado añade una dimensión especialmente grave: la vulnerabilidad de trabajadores, transeúntes o menores en zonas urbanas donde se ejercen actividades cotidianas.


Expertos en seguridad advierten que más allá del incidente puntual, la proliferación de talleres, rutas de escape y zonas de operación de mecánicos en entornos urbanos crean espacios con escasa vigilancia o dispositivos de protección para terceros. Además, indican que la impunidad de ataques similares fomenta que estos se repitan, sin importar las víctimas inocentes.


Por su parte, familiares del mecánico y vecinos del local demandaron a las autoridades una mayor presencia policial, patrullajes constantes y mecanismos de alerta temprana que permitan contener los disparos o acotar sus efectos. “No puede ser que un joven que venía a dejar su bicicleta al taller termine herido solo por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”, expresó un testigo ante los medios locales.


Las autoridades estatales han anunciado que reforzarán los operativos en zonas consideradas de alto riesgo, y que revisarán los permisos de talleres y ubicación de centros de trabajo próximos a rutas de conflicto para prevenir que civiles queden atrapados en la violencia. Sin embargo, la eficacia de estas medidas dependerá de su continuidad y de la coordinación entre instancias de seguridad y sociedad.


Este hecho se suma a la creciente preocupación por la seguridad en zonas urbanas de México, donde los ataques armados ya no se limitan a objetivos criminales. Cuando balas perdidas alcanzan a adolescentes, trabajadores o personas que transitan con normalidad, la percepción de inseguridad se profundiza y el llamado a políticas públicas urgentes se vuelve inaplazable.

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