REDACCIÓN - 21 Aug 2025

Trump se retira de la negociación sobre Ucrania y deja en suspenso la mediación con Putin y Zelenski

Donald Trump, fiel a su estilo imprevisible y pragmático, ha dado un giro en su estrategia sobre la guerra en Ucrania. Tras semanas de insinuar que podía resolver el conflicto “en 24 horas” si él tomaba las riendas de la mediación, el republicano ha decidido dar un paso atrás y dejar en manos de Vladimir Putin y Volodímir Zelenski la posibilidad de sentarse primero en una mesa bilateral. Solo después, asegura, estaría dispuesto a convocar una cumbre trilateral.


El movimiento supone un repliegue diplomático que desconcierta a Kiev y genera inquietud en las capitales europeas. Durante los últimos meses, Trump había alentado expectativas al organizar un primer acercamiento entre Zelenski y líderes europeos, y más recientemente tras mantener un contacto directo con Putin. Ambos mandatarios habían aceptado, al menos de forma preliminar, designar a negociadores principales para preparar un eventual encuentro. Sin embargo, con la nueva postura del republicano, la mediación estadounidense pierde fuerza y se prolonga la incertidumbre en torno a una salida política.



Un giro calculado



El repliegue de Trump parece responder más a una estrategia de desgaste que a un abandono definitivo del escenario. Sus asesores explican que el magnate busca que sean los propios protagonistas quienes asuman el primer gesto de acercamiento, en un contexto en el que Rusia mantiene posiciones militares estancadas en el este y Ucrania, debilitada por la falta de suministros, enfrenta crecientes dificultades internas.


Para analistas europeos, la decisión equivale a trasladar la presión a Zelenski, quien no puede permitirse aparecer como el dirigente que cede ante Moscú sin garantías de seguridad. A la vez, supone un alivio para Putin, que gana tiempo y espacio en la arena diplomática, mientras explora el costo político de un eventual diálogo directo.



La sombra del “acuerdo rápido”



La marcha atrás contrasta con la retórica que Trump repitió en campaña: la promesa de resolver la guerra en pocas horas con una mezcla de presión y pragmatismo. Esa narrativa, aunque eficaz en su electorado doméstico, choca con la complejidad geopolítica del conflicto, donde confluyen no solo los intereses de Moscú y Kiev, sino también el papel de la OTAN, la Unión Europea y Washington.


En Bruselas, la noticia ha sido recibida con escepticismo. Varios diplomáticos europeos temen que el repliegue del expresidente sea interpretado por Putin como una señal de división en Occidente. El propio secretario general de la OTAN ha advertido en días recientes que “nadie debe ser ingenuo respecto a las intenciones del Kremlin”, recordando que cualquier negociación exige garantías de seguridad creíbles para Ucrania.



Una ventana incierta



Aunque Trump insiste en que su intención es facilitar un proceso más “natural” entre los adversarios, lo cierto es que la decisión coloca en suspenso la única iniciativa que, hasta ahora, había logrado abrir expectativas de diálogo desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022. El fracaso de las rondas previas en Minsk, Estambul y Ginebra había dejado la diplomacia prácticamente congelada.


Hoy, la guerra sigue empantanada en el terreno militar y también en el político. Zelenski enfrenta crecientes dificultades para sostener la moral de un país agotado, mientras Putin mantiene la apuesta a largo plazo con el cálculo de que la fatiga internacional erosione el apoyo a Ucrania. En ese tablero, la retirada parcial de Trump no es un gesto menor: altera los equilibrios y obliga a todos los actores a recalcular sus próximos movimientos.



El factor estadounidense



La dimensión interna también pesa. Trump se mueve en un contexto electoral en Estados Unidos donde cada declaración sobre Ucrania es examinada con lupa. Para un sector de votantes republicanos, la prioridad no es contener a Rusia sino evitar que Washington siga destinando recursos millonarios a una guerra que consideran lejana. El repliegue, en ese sentido, refuerza su narrativa de que no pondrá a Estados Unidos “a cargar con los problemas de Europa”.


Mientras tanto, en Kiev, la sensación es de soledad. Fuentes cercanas al gobierno de Zelenski señalan que la decisión del expresidente supone un retroceso y que “cada día sin avances en la mesa de diálogo es un día más de desgaste humano y militar”.



Conclusión



Trump no ha abandonado la escena internacional, pero ha decidido dar un paso atrás justo cuando su protagonismo parecía crecer. La paz en Ucrania vuelve a quedar atrapada en la paradoja de un conflicto que todos dicen querer resolver, pero que nadie logra encauzar. Por ahora, Putin y Zelenski tendrán que mirarse a los ojos sin mediadores. El problema es que, tras más de tres años de guerra, la distancia entre ambos parece mayor que nunca.



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