Ciudad de México.— La presidenta Claudia Sheinbaum formalizó este lunes una nueva etapa en la diplomacia mexicana al proponer al Senado a Alejandro Encinas Rodríguez como embajador y representante permanente de México ante la Organización de Estados Americanos (OEA). El nombramiento sustituye a Luz Elena Baños Rivas, quien ocupaba el cargo desde 2019.
La decisión se inscribe en el reacomodo diplomático del nuevo Gobierno, que busca colocar a perfiles con experiencia política en posiciones estratégicas. Encinas, de 70 años, es un veterano de la izquierda mexicana con una larga trayectoria en la vida pública: fue jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal tras la salida de Andrés Manuel López Obrador en 2005; senador y diputado en distintas legislaturas; y subsecretario de Derechos Humanos en la Secretaría de Gobernación durante la pasada administración, donde tuvo bajo su responsabilidad algunos de los casos más delicados en materia de justicia transicional y violencia de Estado, entre ellos la investigación sobre la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
En esa etapa también fue blanco de presiones y controversias. En 2023 se reveló que su teléfono había sido intervenido con el software de espionaje Pegasus mientras se encontraba investigando posibles responsabilidades de las Fuerzas Armadas en casos de desaparición. Pese a la tensión política que generó aquel episodio, Encinas se mantuvo en el cargo y defendió públicamente la necesidad de que el Estado mexicano reconociera sus deudas en materia de derechos humanos.
Con este nombramiento, Sheinbaum envía un mensaje de continuidad respecto a la política exterior que inauguró López Obrador, pero con un matiz más marcado hacia la diplomacia política y de derechos humanos. La OEA, fundada en 1948 y con sede en Washington, es uno de los foros multilaterales más relevantes del continente: agrupa a 35 Estados miembros y se organiza en torno a cuatro pilares —democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo— que han sido, en muchas ocasiones, terreno de disputas ideológicas y diplomáticas.
México ha tenido en la OEA una relación ambivalente. Por un lado, ha defendido la importancia del organismo como espacio de concertación regional; por otro, ha cuestionado sus excesos y la conducción de su secretario general, el uruguayo Luis Almagro, a quien López Obrador acusó en varias ocasiones de actuar bajo intereses externos. Con Encinas, un político de perfil ideológico pero con experiencia en negociaciones internacionales, Sheinbaum busca reposicionar a México en ese tablero complejo, justo en un momento en que las democracias latinoamericanas atraviesan tensiones internas y polarización política.
El nombramiento de Encinas se suma a otros dos que la presidenta envió al Senado: Laura Elena Carrillo Cubillas, quien será embajadora ante los organismos de Naciones Unidas con sede en Roma (FAO, PMA y FIDA), y Carlos Eugenio García de Alba Zepeda, designado embajador en Brasil. El paquete diplomático refleja la apuesta de la nueva administración por combinar perfiles técnicos con figuras políticas de alto peso específico.
Encinas, que en los últimos meses se desempeñaba como secretario de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana en la Ciudad de México, deja la política interna para convertirse en el representante mexicano en uno de los escenarios internacionales más sensibles para el continente. Su llegada a la OEA abre interrogantes sobre el tono que adoptará México frente a debates regionales como la situación en Venezuela y Nicaragua, el recrudecimiento de la violencia en Haití o los nuevos alineamientos diplomáticos impulsados por Estados Unidos.
La propuesta enviada al Senado deberá ser discutida y ratificada en las próximas semanas. Aunque se prevé un trámite sin mayores sobresaltos, la oposición ha adelantado que pondrá sobre la mesa la trayectoria reciente de Encinas en materia de derechos humanos, en particular los avances y las omisiones en el caso Ayotzinapa.
Más allá del proceso legislativo, el nombramiento subraya la intención de Sheinbaum de reforzar la presencia mexicana en los organismos multilaterales, apostando por figuras con capital político propio. En ese sentido, Encinas no llega como un diplomático de carrera, sino como un político experimentado que ha vivido desde dentro los dilemas más difíciles de la transición democrática mexicana.