REDACCIÓN - 30 Sep 2025

Trump rechaza el Premio Nobel, pero lo considera “un insulto” si no se lo dan



Washington.— El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a colocarse en el centro de la polémica internacional al declarar que no está interesado en recibir el Premio Nobel de la Paz, aunque advirtió que negárselo sería “un insulto” no solo para él, sino para todo el país.


Durante un acto con altos mandos militares en Quantico, Virginia, acompañado por el secretario de Guerra, Pete Hegseth, el mandatario lanzó uno de sus habituales comentarios contradictorios: “¿Obtendré el Nobel? ¡Para nada! Se lo darán a un tipo que no hizo nada. Y eso será una ofensa nacional”, expresó entre aplausos de la audiencia.


El comentario llega en un momento en que Trump ha intensificado su discurso nacionalista y confrontativo, apelando a un electorado que valora la idea de un Estados Unidos fuerte frente a las instituciones internacionales. En su intervención, el presidente también aprovechó para criticar lo que calificó como “basura progre” en los estándares del ejército, prometiendo una revisión completa de los protocolos militares y asegurando que “la disciplina y la fuerza deben volver a ser el eje central de las Fuerzas Armadas”.



Un viejo anhelo de Trump



No es la primera vez que el mandatario hace referencia al Nobel. Desde su primer mandato, Trump ha sugerido que merecía el galardón por sus esfuerzos de mediación internacional, en particular por las negociaciones fallidas con Corea del Norte y por algunos de los acuerdos parciales en Medio Oriente, como los llamados Acuerdos de Abraham. Aunque estos últimos fueron promovidos por su administración, los especialistas coinciden en que no lograron consolidar una paz regional duradera.


En varias ocasiones, Trump ha comparado su papel en la política internacional con el de otros líderes que sí recibieron el Nobel de la Paz, como Barack Obama, galardonado en 2009 al inicio de su presidencia. Para Trump, aquel reconocimiento fue “inmerecido” y un ejemplo de cómo la Academia Sueca se deja llevar por criterios políticos antes que por resultados tangibles.



El Nobel como arma política



El tono con el que Trump habló sobre el Nobel no solo refleja su conocida tendencia a desacreditar instituciones internacionales, sino que también se inscribe en su estrategia electoral. Al minimizar el premio y presentarse a sí mismo como un líder que no necesita reconocimientos externos, refuerza su narrativa de independencia frente al “sistema globalista”. Al mismo tiempo, al calificar como “insulto nacional” la posibilidad de que no se le otorgue, busca movilizar el sentimiento de agravio de sus seguidores, un recurso político que ha utilizado con frecuencia.


En un contexto de campaña, este tipo de declaraciones tienen un doble efecto: proyectan a Trump como un líder fuerte que no depende de la aprobación internacional, pero al mismo tiempo lo colocan como víctima de un sistema que, según su retórica, está diseñado para minimizar los logros de Estados Unidos.



Reacciones y contexto internacional



Aunque la Academia Sueca no se ha pronunciado sobre sus palabras, analistas internacionales consideran que las declaraciones refuerzan el aislamiento retórico del presidente respecto a organismos multilaterales y premios internacionales. En un escenario global marcado por conflictos bélicos en Europa y Medio Oriente, así como por tensiones crecientes en Asia, la postura de Trump respecto al Nobel puede leerse como una extensión de su desconfianza hacia el multilateralismo y su insistencia en privilegiar acuerdos bilaterales bajo el principio de “América Primero”.


La crítica al Nobel se suma a una larga lista de declaraciones con las que el mandatario ha desafiado a instituciones internacionales, desde la ONU hasta la OTAN, cuestionando sus costos, su utilidad y lo que él llama “una falta de respeto hacia Estados Unidos”.



Un discurso que conecta con su base



Para sus opositores, estas afirmaciones no son más que un intento de desviar la atención de los problemas internos de su administración. Para sus seguidores, en cambio, se trata de la reafirmación de un líder que no necesita avales externos para demostrar su valía. El Nobel, en ese sentido, se convierte en un símbolo perfecto para reforzar el contraste que Trump quiere marcar entre el “reconocimiento de las élites” y el “reconocimiento del pueblo estadounidense”.


Lo cierto es que, aunque diga que no lo desea, Trump sigue hablando del Nobel. Y al hacerlo, mantiene viva la polémica que lo rodea y alimenta el debate público en torno a su figura, una estrategia que, lejos de debilitarlo, parece seguir dándole réditos políticos.

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