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La tentación del control: El Régimen, el doble discurso y la #LeyCensura

Hay impulsos que, aunque disfrazados de "protección ciudadana", exhiben un inconfundible tufo a control político a distancia, una constante en la 4T. La reciente iniciativa de Telecomunicaciones es uno de esos gestos. Un proyecto tan burdo en su redacción y tan descarado en su intención que ni la maquinaria mediática del oficialismo pudo salvarlo de la sospecha: habilitar al gobierno para bloquear plataformas digitales a su antojo. Nada más.

Héctor de Mauleón lo dijo con mucha decencia: la ley facultaba a una agencia burocrática, sin controles judiciales ni tiempos precisos, para censurar internet en nombre de un "interés público" que nunca se definió. Un riesgo monumental para las libertades, disimulado bajo la retórica técnica que siempre precede a los peores abusos en nuestro país.

Pero hay quienes creemos que este impulso debe ser señalado de la manera más beligerante. Agregar un tono confrontativo deja claro que no estamos dispuestos a retroceder un ápice en materia de libertad de expresión. No en el país más peligroso para ejercer el periodismo. No en México. La propuesta era, simple y llanamente, un mecanismo de censura previa. Un golpe artero a la democracia, planeado bajo la coartada de una supuesta protección de los “intereses nacionales”. Por ello, resulta inquietante que este tema no haya alcanzado la resonancia que, desde mi perspectiva, merece en la opinión pública. Ya sea por desinterés, por cansancio social o —más preocupante aún— por una colaboración tácita en el manejo de la crisis del régimen, lo cierto es que el régimen intentará relativizar, minimizar o sepultar este hecho por narrativas más cómodas durante esta semana.

La reacción pública, aunque insuficiente, fue inmediata. Y la presidenta, atrapada entre el escándalo y la conveniencia electoral, terminó por recular. Congeló la iniciativa, prometió revisarla y desplegó su habitual discurso de "diálogo y apertura". Pero que nadie se engañe: el simple hecho de que la propuesta existiera revela la tentación autoritaria que anida en el corazón del nuevo gobierno.

¿Puede una democracia sobrevivir cuando sus dirigentes conciben la libertad como un obstáculo y no como su fundamento? Esa es la pregunta que queda abierta. Por lo pronto, la advertencia está lanzada.

Y si hoy el poder tanteó los límites de nuestra tolerancia, mañana intentará cruzarlos. No basta con denunciar: es momento de resistir. La tentación autoritaria no desaparece: sólo aprende, espera y ataca de nuevo.