Tras vencer 3-0 al París Saint-Germain en la final disputada en Nueva Jersey, el defensa del Chelsea, Levi Colwill, aseguró que el Mundial de Clubes “será más grande que la Champions League”. Para el joven inglés, el torneo representa una oportunidad única de enfrentar a equipos de distintas confederaciones, en estadios repletos y con una exigencia física comparable a las grandes ligas europeas.
El técnico Enzo Maresca respaldó esta visión, afirmando que “valoramos esta competición como la Champions o más”, destacando el nivel de exigencia y la recompensa económica sin precedentes: el campeón puede recibir hasta 125 millones de dólares, mientras que el torneo reparte mil millones entre los participantes.
Además del atractivo financiero, el torneo ha sido una vitrina para clubes no europeos. Fluminense eliminó al Inter de Milán, mientras Botafogo sorprendió al PSG en fase de grupos. Gilberto Silva, exmundialista brasileño, celebró el impacto del torneo en la autoestima del fútbol sudamericano, señalando que “ahora sabemos en qué nivel estamos en el mundo”.
La FIFA, por su parte, ha calificado el evento como “la competición de clubes más exitosa del mundo”, y ya proyecta su próxima edición en 2029. Países como Brasil, España, Marruecos y Australia han manifestado interés en ser sede, mientras que el formato podría ampliarse a 48 equipos.
Más allá de las cifras y los elogios, el Mundial de Clubes 2025 ha abierto un debate profundo sobre el futuro del fútbol de clubes. ¿Estamos ante el nacimiento de una nueva hegemonía? Para jugadores como Colwill, la respuesta es clara: “Es el trofeo más grande que he ganado nunca”.